Si alguien nos hubiera dicho en enero que Warriors y Celtics pelearían en junio por el anillo, la gran mayoría de aficionados que siguen la NBA se habrían sorprendido. No estaban en el libro de ruta, las cosas como son. Es lo que hace más especial estas Finales, que las protagonicen dos equipos ‘renacidos’, que vienen de menos a más gracias, en cada caso, por motivos muy distintos.

Golden State venía recuperando jugadores, de hecho alguno nunca llegó a vestirse de corto como James Wiseman, descartado para el resto de temporada a finales de marzo. El gran objetivo era tener de vuelta a Klay Thompson, pero a su vez existía la gran duda de si podría hacerlo al nivel competitivo al que nos tenía acostumbrados. No sólo regresó como ‘regalo de Reyes’, sino que se le ve con mucha confianza, seguro de su cuerpo, sin miedo a recaídas y sin el desgaste habitual a estas alturas de la temporada. Un ‘juguete’ a estrenar para Steve Kerr.

Los Celtics, en transición tras la salida de Brad Stevens del banquillo y su ascenso a las oficinas, no terminaban de encontrar ni su identidad ni los resultados. Fue una jugada maestra en el cierre de mercado lo que termina compensando al equipo y pone la primera piedra en una remontada que puede terminar con su decimoctavo anillo. Fue la llegada de un pretendido desde hace tiempo como Derrick White, más el regreso a una identidad perdida que fue gracias al fichaje de Al Horford en verano y posteriormente, en febrero, Daniel Theis volviendo a enfundarse la camiseta verde después de su etapa en Houston. Todo esto, más las numerosas salidas, porque Boston soltó lastre. Jugadores que no contaban o no sumaban fueron desfilando por la puerta del TD Garden como si de una pasarela de moda se tratase: Jabari Parker, Josh Richardson, Romeo Langford, Juancho Hernangómez…

Así dieron sus primeros pasos, desde la ignorancia, hacia una temporada histórica para ambas franquicias. Warriors porque regresa al lugar que frecuentó en todos estos últimos años, Las Finales de la NBA, confirmando que ni las lesiones más graves ni las salidas más destacadas pueden frenar lo que son, una dinastía que no sólo ofrece resultados, sino que ha cambiado para siempre la manera de entender el baloncesto en la NBA. Desde que Golden State apostó por este baloncesto alegre y vertiginoso, la inmensa mayoría de equipos de la liga quieren ser los Warriors cuando sean mayores. Imitan su estilo de juego, el trabajo de scouting va dirigido a encontrar al próximo Curry, juegan abiertos y han incrementado notablemente sus números en lanzamientos de tres. Han cambiado la NBA para siempre, pese a que todavía haya equipos rebeldes como Cleveland o estos Celtics.

Boston arriesgó mucho cuando decidió pegar un volantazo al final de la pasada temporada, prescindir de Stevens en el banco, y situarle en el despacho de Danny Ainge, con la consecuente despedida del ídolo del Garden. No buscaron experiencia, sino sensatez, porque si algo es Ime Udoka es sensato. Ha sucedido anteriormente que un técnico novato alcance unas Finales, incluso que las gane, pero este Udoka lo hace además desde un perfil muy bajo, muy humilde, sabiéndose ganar a sus jugadores y convenciéndoles de que su camino era el correcto. La doctrina de Popovich y su manera de dirigirse al vestuario convergen en una mezcla excelente y repleta de éxito. Ese carácter o liderazgo que parece en ocasiones faltarle a Udoka, lo compensa un tipo como Marcus Smart, que no negocia esfuerzos ni regala nada al rival. Ese jugador incómodo que siempre quieres tener de tu lado. Su buen estado de forma y la ausencia de molestias en ese tobillo maltrecho tendrán mucho que decir en el devenir de Las Finales.

Si algo nos queda claro, precisamente por cómo estos dos equipos se han comportado en los últimos meses, es que habrá batalla, y que serán unas finales de valientes. Pase lo que pase, la temporada ya es un éxito para ambos, y haber renacido no fue únicamente para ser campeón en esta temporada, sino para marcar un camino que tarde o temprano les llevará al éxito. ¡A disfrutar del mejor momento de la curso!