Todos pendientes de los primeros puestos del Draft y resulta que cada año hay jugadores que parten del anonimato para pasar a disputar minutos importantes en los mejores equipos de la NBA. Para esto es necesario tener buen ojo en la selección de jugadores y acertar con las invitaciones de aquellos proyectos que asistirán a los workouts de la franquicia. Es esta una cualidad que brilla en la figura de Bob Myers, el manager general de Golden State, así como en su equipo de trabajo.

Obviando lo realizado con Stephen Curry en el año 2009, en el que fue el pick número siete de la primera ronda; así como lo sucedido con Klay Thompson en 2011 cuando hasta diez jugadores salieron elegidos antes que él. Ambos recibieron la confianza de unos Warriors pobres en resultados pero ricos en elegir jóvenes talentos. Era otra época, aquella en la que el futuro de la franquicia pasaba por elegir bien de entre los buenos.

La realidad actual de Golden State es bien diferente, campeón en tres ocasiones durante las últimas cuatro temporadas, es evidente que están a la cola en la noche del Draft. El importante evento realizado en el Barclays Center de Brooklyn no está entre las noches más apasionantes para los aficionados al baloncesto en la bahía de San Francisco. En esa condicionada situación, Myers ha sabido encontrar la virtud. La de peinar bien un mercado acotado, pensar en futuro y encontrar los perfiles de jugadores que mejor le pudieran venir al juego del equipo.

 

El caso más evidente es el de Draymond Green, seleccionado en el puesto número 35 en el Draft del año 2012. De un completo desconocido a un fijo en cada All Star Game. ¿Qué vieron en aquel todavía ‘flacucho’ jugador que provenía de la Universidad de Michigan State? Su último año en la NCAA promedió un doble-doble (16,2 puntos y 10,6 rebotes) pero no estaba entre los nombres mediáticos. Entre los que sí estaban Harrison Barnes, seleccionado ese mismo año en el puesto siete del Draft, y Festus Ezeli, número 30 de su promoción. Ambos acabaron mudándose a Oakland y resultaron muy productivos, pero ni de lejos se acercan al rendimiento con el que Green ha devuelto y agradecido la confianza a Myers y su equipo.

 

Tres años después fue el turno de Kevon Looney en el número 30 del Draft, fue en 2015 y desde el primer momento recibió mucho cariño de los Warriors. Respondía a un perfil similar al de Draymond Green en su época universitaria. Su único año en UCLA rozó el doble-doble (11,6 puntos y 9,2 rebotes). Después fue capaz de ir evolucionando y mejorando año tras año hasta formar parte activa de la actual plantilla campeona de la NBA, con la que hoy puede presumir de tener dos anillos. Supo trabajar desde la G-League con el equipo de formación situado en Santa Cruz.

Patrick McCaw es otro de estos casos, ya despuntó en su participación en la Summer League después de ser elegido en 2016 por Milwaukee en el puesto 38 en la noche del Draft, pero sus derechos pasaron a ser propiedad de la franquicia californiana y en Las Vegas ya vestía de color azul ‘Warriors’. Fue uno de esos ‘robos’ del Draft, y es que los Bucks andaban por entonces buscando hombres más físicos. Cuando les llegó el turno nadie les convencía, optaron por un talentoso que había brillado en la Universidad de Nevada Las Vegas con más de 12 puntos de promedio en sus dos años universitarios y sin ningún complejo a la hora de tirar desde más allá del perímetro. Evidentemente sus porcentajes estaban lejos de los ‘Splash Brothers’ pero despertó el interés de Myers y Kerr. Tenía la base para trabajar un gran jugador que cumpliera su rol desde el banquillo y equilibrara los salarios de una plantilla desbordada en este sentido con la llegada de Kevin Durant. La posterior llegada de Nick Young le ensombreció, pero con únicamente 22 años, todavía le queda camino por recorrer, probablemente ya como agente libre, en otra franquicia NBA o renovando con un sueldo discreto en estos Warriors.

El último ejemplo es el del angelino Jordan Bell, seleccionado en el pasado Draft de 2017 por los Bulls de Chicago en el puesto 38, y adquirido por Golden State Warriors poco después a cambio de 3,5 millones de dólares. Un año más tarde ya tiene su anillo de campeón de la NBA y ha aprovechado los minutos de rotación que Steve Kerr le proporcionó. Ha jugado 57 partidos de liga regular y disputó minutos importantes en 17 de los 21 partidos de Playoff que disputaron los, a la postre, campeones del torneo. En el pasado Draft de 2017 los Warriors no contaban con elecciones de Draft, si querían incorporar un joven a la plantilla deberían negociar con otra franquicia, y el elegido era Bell. La cantidad pagada era la máxima que la NBA permite por adquirir los derechos de un seleccionado por otro equipo, de hecho se convirtió en el máximo de la historia por un traspaso que no contó con ninguna operación más de por medio, sólo había un nombre sobre la mesa: Jordan Bell. ¡La apuesta era clara!

En este Draft de 2018, Golden State únicamente cuenta con una elección, será el puesto número 28 de la primera ronda. ¿Quién no quiere debutar en su primer año como profesional vistiendo la camiseta de los actuales campeones? Suponemos que será lo que están pensando los que acudieron en los últimos días al Rakuten Performance Center para mostrarse ante los ojos del mejor ladrón del Draft. Bob Myers amenaza con actuar de nuevo en esta noche del 21 de junio.